GREC 1

cultura 2AV

Colonización griega en la Península Ibérica

1. Grecia y la Península Ibérica: Primeros contactos.
Hispania es el país más occidental del continente europeo, por el que, en opinión de los antiguos, el sol bajaba a su ocaso. ¿Fue tal vez la atracción ejercida por la contemplación de fenómeno tan singular lo que condujo aquí a los griegos? Estrabón, el gran geógrafo, en el capítulo primero de su libro III de la Geografía, opina que en el Promontorio Sacro seguramente el cabo San Vicente, considerado tradicionalmente por los antiguos como el extremo occidental del mundo al que acudían los dioses.
Pero no es probable que haya sido una curiosidad improductiva la que haya atraído a los griegos hacia la Península Ibérica. Toda la cuenca occidental del Mediterráneo debió resultarles altamente atractiva incluso en el III milenio antes de Cristo, dada la asiduidad con que se sitúan aquí trabajos de Heracles.
El mar Mediterráneo («entre tierras») se abre al Océano cuando Heracles, para celebrar
su triunfo en el trabajo de las manzanas del jardín de las Hespérides, arranca de cuajo
los peñascos que formaban un istmo entre Europa y África y erige, a lado y lado de los
mares encontrados, las columnas de que nos habla Diororo de  sicilia.

2. La colonización.
2.1. La Península, atractivo comercial.

No fue el espectáculo del sol el que atrajo a los griegos a las costas de nuestra Península, sino seguramente la riqueza, especialmente en metales, que para ellos representaba nuestro suelo. Sabemos por la arqueología que el área de expansión micénica fue muy amplia. Prescindiendo del avance de los griegos por el área oriental del Mediterráneo, sabemos que desde Pilos, la patria de Néstor, y desde Ítaca, el reino de Ulises, los griegos micénicos se desplazaron hacia Occidente.

2.2. Los rodios.
Los primeros griegos que pusieron el pie en la Península fueron rodios, procedentes de la isla de Rodas. Los rodios, gentes de extraordinaria iniciativa, situados en un enclave estratégico que les aproximaba a tres continentes, ya a comienzos del siglo VIII a.c. llegaron a las costas de nuestra Península. 

2.3. Los samios.
También los samios llegaron a Hispania. Ciudad industrial y muy activa, Samos necesitaba estaño. Mileto le proporcionaba cobre procedente del Ponto Euxino, y los fenicios casiterita que obtenían en la lejana Tartesos, lo cual era indispensable para luchar con ventaja contra Argos, su rival en la fundición de bronce.
Pero más segura es la noticia de que los samios se hicieron con gran cantidad de estaño procedente de las islas Casitérides, que son seguramente las Sorlingas, y la costa inglesa de Cornualles; no es imposible que la referencia fuera a ciertos islotes adyacentes a la costa coruñesa, las islas Sisargas, ricas aún hoy en este mineral.

2.4. Los focenses.
Pero fueron los focenses, marinos avezados de la costa jonia de Asia Menor, quienes llegaron a la Península Ibérica, y ante las trabas que los fenicios les ponían para cruzar el estrecho de Gibraltar, se dedicaron a colonizar intensamente. las costas orientales. Conocieron también Tartesos, de fama legendaria ya entre los griegos, como lo demuestra el poeta ANACREONTE, que cita a Tartesos como lugar de riqueza proverbial; lasfuentes griegas llegan a darnos el nombre de un rey, Argantonio, que reinaba en Tartesos.
ESTRABÓN nos dice que los ampuritanos vivían primero en un islote inmediato a la tierra firme, que luego se denominó (Paleópolis), hoy unido a la tierra firme. El mismo autor nos dice que sus habitantes honraban a Ártemis de Éfeso, cuyo culto era común a todas las colonias fundadas por masaliotas.

3. Visión de la Península Ibérica por los historiadores y geógrafos.
Aunque en este Tema se ha hablado de los contactos de griegos con la Península Ibérica ya en el s. VI a.C., en el que el jonio Coleo de Samas, según el testimonio de HERÓDOTO, cruzó el Mediterráneo hasta el Estrecho de Gibraltar, bordeó las costas hoy portuguesas y gallegas, y llegó al sur de la isla de Inglaterra, y aunque otros griegos de Jonia se establecieran de manera muy puntual, a partir de la colonia griega de Massalia (la actual Marsella) en emplazamientos muy concretos del litoral mediterráneo español (principalmente en Ampurias y en la bahía de Rosas).
Un geógrafo que trata con algún detalle aspectos de la Península es PAUSANIAS en su obra Descripción de Grecia, pues no se limita a la Grecia proximamente dicha; habla de un navegante cario llamado Eufemo que llegó al sur de la Península y que estableció conexiones con el reino de Tartesos y con su rey Argantonio.

La ciudad griega, su población y su gobierno

1. La ciudad griega.
A diferencia quizás de otras civilizaciones, los griegos más primitivos no se agruparon en grandes ciudades, sino en pequeñas aldeas, relacionados, eso sí, por elementales necesidades de defensa, a veces por una conciencia clara de una ascendencia común por parte de varias familias, y por lazos religiosos y culturales (idénticas creencias e idénticas prácticas religiosas).
Con todo, las primeras ciudades griegas de las que tenemos noticia histórica, las del mundo aqueo, de hacia el siglo XV a.C., Micenas, Tirinto, Pilos, en la costa oriental del Peloponeso, y la misma ciudad de Troya, tal como la vemos en los poemas homéricos de la Odisea, han dejado ya muy atrás ese estadio más primitivo de convivencia; son ciudades relativamente grandes y con un indicio de organización, naturalmente muy rudimentaria.

2. La ciudad-Estado.
2.1. Características.

El rasgo más característico de las ciudades griegas es que constituyen Estados de pleno derecho, cuyo domínio, sin embargo, no se extiende más allá de los límites de la propia ciudad. Todo lo demás es tierra de nadie, aunque se trate de las ciudades griegas más importantes de la antigüedad, como Atenas, Esparta, Tebas, Corinto ... Esta situación se interrumpió bruscamente a la muerte de Alejandro Magno (321 a.C.).

2.2. Régimen político.
Por lo que se puede notar, el régimen político de las primeras ciudades griegas que conocemos fue fuertemente aristocrático, de monarquía absoluta. Así nos describe HOMERO el gobierno de las ciudades aqueas (griegas) que emergen en la llíada (Micenas,Pilos ... ).
A diferencia de ello, cuando nos describe Troya (y las ciudades que salen en sus famosas comparaciones), HOMERO nos da el trasunto de una ciudad jonia de su misma época. Allí hay un principio de conciencia ciudadana y de amor del soberano por su pueblo.

2.3. Participación del ciudadano en la vida política.
En el terreno de la convivencia se da la primera manifestación, no por anónima menos trascendental, del genio griego que luego, concretándose en figuras decisivas en la historia de la cultura, configurará el mundo occidental. A diferencia del gregarismo de las masas humanas de los grandes imperios que rodeaban el mundo griego del siglo X a.c.
La monarquía absoluta pronto se vio desplazada por un consejo más o menos numeroso que ejerció el gobierno efectivo; la base de este consejo fue ampliándose en todas partes, menos en Esparta. En diversas épocas y a diversos niveles, las ciudades griegas llegaron a ser regidas por las asambleas de ciudadanos.

3. La sociedad griega.
La primera forma de gobierno griega que conocemos (concretamente por partida doble: por los poemas homéricos, especialmente la llíada, cuya corte de Agamenón es sin duda un fiel trasunto de la micénica, y por las tablillas de la escritura lineal B), no tiene ningún punto de contacto con lo que, posteriormente, será la forma clásica de gobierno de las ciudades-estado griegas.
El mundo micénico (principalmente el Peloponeso en la época anterior a la invasión de los dorios) fue una confederación de ciudades con capital en Argos, reino de Agamenón. Los reyezuelos más o menos autónomos, pero sometidos al fin y al cabo al poder central, eran los (monarcas).

4. La Edad Media Griega. Las Tiranías.
4.1. Consolidación de las monarquías.

La epopeya y las tablillas con la escritura lineal B nos dan buena y relativamente abundante información sobre el mundo griego hasta la irrupción en él de los linajes dorios, hacia el año 1100. Pero sigue un período de unos quinientos años del que sabemos muy poco, y que tradicionalmente se ha venido en llamar «la edad media griega». Y, sin embargo, el estado de cosas que adivinamos hacia el año 700, desde el que volvemos a ten;) información, nos hace ver que, precisamente en este período prácticamente,el mundo griego sufrió una transformación radical.

4.2. La democracia en Grecia.
Pero en las poblaciones de predominio artesanal, más abiertas al comercio y a la intercomunicación, el poder de los reyes se vió progresivamente debilitado, y al final anulado, en favor de unas corporaciones que acabaron incorporando el pueblo en el gobierno; en plena época histórica la mayoría de ciudades se regía democráticamente.

4.3. Las Tiranías.
Pero el avance hacia la democracia no siempre fue continuo sino que sufrió peligrosos recesos. Probablemente la ineptitud, en algún momento, de las corporaciones de gobierno ocasionó el descontento del pueblo, y nunca, en ninguna parte, faltó un personaje con la suficiente habilidad como para sacar partido de la situación y alzarse con el gobierno en calidad de tirano. Pero esta palabra en su origen no tiene connotaciones peyorativas, pues algunos tiranos sirvieron honradamente a sus ciudades, como es el caso del ateniense Pisístrato (600-528 a.C.), que observó estrictamente las leyes de su ciudad, y protegió las letras y las artes; a él debemos el disponer hoy del texto de la
llíada y del de la Odisea.
La tiranía como forma de gobierno logró no sólo sobrevivir, sino aun imponerse en la isla de Sicilia, en ciudades como Siracusa y Agrigento, con sus famosos tiranos Hierón y Gelón, entre otros.

5. Instituciones de Esparta.
5.1. Periecos e hilotas.

Ya se ha dicho que los dorios llegaron a tierras de Grecia unos diez siglos después que los eolios y los aqueos (jonios), y asimismo que ocuparon primordialmente el Peloponeso. En su parte más meridional fundaron Esparta, en tierras de la Laconia, donde radicara anteriormente el establecimiento de Amiela. Los habitantes primitivos aqueos ofrecieron una feroz resistencia a esta ocupación, y los dorios vencedores los trataron diferenciadamente:
-Los habitantes de las hondonadas del valle del río Eurotas, los periecos con relativa humanidad, pues les permitieron ejercer libremente las profesiones que quisieran, poseer dinero en cantidades apreciables, y gozar de bastantes derechos y libertades, con la obligación, eso sí, de servir en el ejército como infantería pesada.
-Los hilotas recibieron un trato infinitamente más duro. Adscritos a la tierra, eran simplemente considerados como propiedad de sus dueños (ciudadanos). que les obligaban a las más rudas labores a cambio de un sustento miserable. No podían poseer nada, y sus dueños podían venderlos, con la única condición de que no salieran de los límites del país y de que no mejoraran su condición. Primero acompañaron a sus dueños en calidad de escuderos en las campañas militares, pero cuando el número de ciudadanos espartanos escaseó peligrosamente debido al continuo estado de guerra en que vivía la nación, se les obligó a servir en calidad de infantería ligera.

5.2. Ciudadanos.
Fueron ciudadanos espartanos únicamente los dorios que conquistaron el país y estrictamente sus descendientes. Gozaban de plenitud de derechos politicos y eran los únicos que tenían de por sí derecho a formar parte del ejército, lo cual para los espartanos era un gran honor. Perdían la condición de ciudadano cuando no habían recibido la educación correspondiente, y cuando no se podían pagar su parte en las comidas comunes que los ciudadanos espartanos tomaban.

5.3. Órganos de gobierno.
Además de la diarquía, ya citada, que detentaba el poder supremo en el país, había un consejo de ancianos o gerusía, consultivo, compuesto de veintiocho miembros, a la que, como órganos administrativos había que añadir el eforado y la asamblea popular.

6. Instituciones de Atenas.
6.1. La sociedad ateniense.

En su penetración en Grecia, los dorios no lograron entrar en el Ática, por lo que aquí la antigua población jonia evolucionó libremente sin ningún enfrentamiento entre grupos o  capas de población.
Parece que en el Ática había desde tiempo inmemorial doce establecimientos o aldeas que el rey Teseo refundió en una polis; la capital radicó en el más importante de estos establecimientos, Atenas. La población ática se dividió desde siempre en cuatro hermandades, típicas de todas las estirpes jonias, los agricultores, los pastores, los artesanos y los armados (el elemento militar).

6.2. Órganos de gobierno atenienses (áticos).
En el territorio ático el recuerdo de una monarquía, que sin duda ha existido, se pierde en la noche de los tiempos. El rey, aquí llamado, era señor absoluto y sumo sacerdote, que, como siempre, se arrogaba ascendencia divina: dirigía naturalmente la guerra, y a él correspondía el mejor lote de tierra cultivable.
Todo esto recuerda al mundo micénico. Pero la monarquía ática tuvo la fama de haber sido clemente, benigna y amante de su pueblo; los atenienses recordaban con orgullo a su rey Codro, que dio la vida en su empeño por evitar que los dorios penetraran en su territorio, y a su rey Teseo (¿legendario?) que, arriesgando su vida, libró a Atenas del ominoso tributo de entregar anualmente al Minotauro siete muchachos y siete muchachas atenienses.

7. La democracia.
7.1. Época predemocrática.

Las reformas de Solón dieron el fruto apetecido durante bastantes años, pero, al fin, los pobladores del Ática se enzarzaron en duras luchas internas que ocasionaron que Pisístrato accediera al poder en calidad de tirano. Cuidó escrupulosamente que las instituciones existentes en Atenas, y en el Ática, prosiguieran normalmente en sus actividades y funciones, sólo que en ellas solía haber alguna persona de su confianza que vigilaba discretamente que la actuación de los organismos no se volviera contra él.
En el año 508 Clístenes es encargado por la ciudad, para poner fin a terribles luchas intestinas, de redactar una tercera constitución (la segunda fue la de Solón, y la primera la de Dracón, de leyes severísimas). El principio en que se basó Clístenes fue: «todo hombre libre domiciliado en una localidad ática será ciudadano ateniense»; con ello adquirieron tal ciudadanía millares de oampesínos áticos y de colonos que, en calidad de hombres libres procedentes de otras ciudades griegas, se habían instalado en territorio ático.

7.2. Época democrática.
A partir del año 462 el tribunal del Areópago se ve desposeído de todas sus atribuciones (a excepción de las de tipo religioso), que pasan a la Asamblea popular, lo cual, unido a que ahora podía ser elegido arconte casi cualquier ciudadano (las exclusiones legales eran mínimas), hace que el pueblo se erija en verdadero dueño de sus destinos, pero también está al azar de cualquier orador hábil y sin escrúpulos que se lo gane para su propia utilidad.

8. El nacimiento del Estado Moderno.
Sin embargo, la concepción política del Estado varía radicalmente a la muerte de Alejandro Magno (321 a.C.); en realidad él había dominado, desde su corte, su vasto imperio (que por Oriente llegó hasta la India), pero esta nueva situación se confirma en las personas de sus sucesores, que se reparten el imperio: ahora surgen naciones que desde un centro de poder, que se llamará la capital, dominan un ámbito geográfico delimitado por unas fronteras precisas.

La vida privada

1. La familia.
En la mayoría de las civilizaciones, la familia es el núcleo básico de convivencia, y por esto la celebración del matrimonio revestía en Grecia, igual que en otras partes, una solemnidad especial.

1.1. Formalidades previas al matrimonio. El contrato.En HOMERO se constata un uso que debe de ser muy arcaico, consistente en que la novia se compraba, y el pago se efectuaba en especie , a precios que a veces incluso llegaban a superar los cien bueyes; ello no impedía que la novia recibiera, en el momento de la boda, regalos de su prometido.
En la época clásica se exigía alguna formalidad más. Por un procedimiento análogo a lo que más tarde serán los capítulos matrimoniales, plenamente vigentes hasta hace muy poco en las zonas rurales de Cataluña, antes de la boda se estipulaba un contrato  en el que se determinaba la dote.

1.2. La celebración del matrimonio.En cuanto a la celebración propiamente dicha de la boda, hay que decir que en Atenas las bodas solían celebrarse en el mes de gamelión (enero-febrero) . El mismo día de la celebración, la novia ofrecía a alguna divinidad de su preferencia determinados símbolos de la vida de doncella que abandonaba (su ceñidor, un frontal. .. ), y a continuación aguardaba la llegada del novio, el cual acudía acompañado de sus padres y parientes.
A continuación, se celebraba el banquete de bodas en casa de uno de los contrayentes (generalmente la del novio), comida que duraba hasta el anochecer. Terminada ésta, se formaba una comitiva nupcial que, integrada por los nuevos esposos, la madre de la novia, que portaba una antorcha, el padrino de boda  y los invitados, especialmente grupos de jóvenes de ambos sexos, se dirigía a la mansión del nuevo matrimonio; durante el camino se entonaban himnos nupciales, himeneos.

2. Sobre el Estado matrimonial.
2.1. La mujer de los poemas homéricos.
En los poemas homéricos, la mujer, soltera o casada, detenta una dignidad y una posición que más tarde en el mundo griego se encuentra dificílmente. Penélope es un modelo de esposa fiel y honesta, pero al propio tiempo dispone como dueña y señora de los bienes de la casa. en ausencia del marido; la reina de los feacios, cuyo nombre ignoramos, ocupa en su reino un lugar tan preeminente que recuerda, sin duda, un antiguo estado matriarcal; la pareja formada por Héctor y Andrómaca es todo un símbolo del alto aprecio en que la primitiva sociedad aquea tuvo al amor conyugal.

2.2. Discriminación de la mujer en época histórica.Más tarde la situación se deterioró notablemente. En Grecia el matrimonio siempre fue monógamo, pero el país conoció toda clase de aberraciones sexuales, con la discriminación, adversa a la mujer, de que el adulterio, si lo cometía el marido, se consideraba como algo insignificante; pero si lo cometía la mujer, se consideraba muy grave, punible íncluso con la muerte de la esposa y de su cómplice.
Esta situación llevó a las mujeres casadas griegas al adulterio con más frecuencia de la que hubíera sido de desear, a pesar de estar duramente castigado el adulterio femenino. El autor teatral cómico ateniense.

2.3. Los hijos.Este desorden moral se reflejaba en la condición de los hijos, que eran legítimos y gozaban de la plenitud de derechos de ciudadanía si procedían de la úníca esposa legítima, o bien sufrían cíertas limitaciones si procedían de otras uniones. Sea como fuere, si el padre reconocía a un hijo como suyo, éste era inscrito en la fratría correspondiente, y, normalmente, se le imponía el nombre del abuelo.

2.4. La institución familiar.Sin embargo, el cuadro expuesto necesita de un adecuado correctivo. A pesar de la nindudable vida irregular de un número relativamente alto de maridos, y de cierto número de esposas, la institución familiar se mantuvo vigente, y los poetas cómicos como ARISTÓFANES y MENANDRO nos presentan el contraste exacto de aquella sociedad en cuanto al matrimonio se refiere.
Finalmente, el divorcio era legalmente muy fácil; el marido restituía a la mujer lo que ella había aportado como dote al matrimonio, y la hacía regresar al hogar paterno, o al del tutor, si sus padres habían muerto.

3. La casa griega.
3.1. El edificio.
 La casa griega responde, cuando su dueño disponía de espacio y dinero suficientes para construirla, a un plano bastante común en todo el mundo del Mediterráneo oriental, incluyendo el tipo de casa de los pueblos semitas: las diferentes estancias se disponen alrededor de un gran patio central; sólo un muro sin ventanas las separa del espacio exterior. Un gran portalón de acceso y un pasadizo conducen al patio central,bordeado de columnas.

3.2. Muebles.Conocemos bien el mobiliario de las casas griegas por la pintura cerámica, especialmente la conservada en ánforas y en crateras. Los muebles no eran complicados, y servían para una vida social.relativamente simple. Vemos, pintados en los vasos, baúles  y divanes  para, indistintamente, dormir o comer los hombres reclinados; el era un asiento honorífico, reservado al dueño de la casa o al huésped más distinguido. Unos asientos más rudimentarios eran los , taburetes en forma
de cubo geométrico.

4.  La vida cotidiana del hombre griego.
4.1. La jornada de un ateniense.
La comedia griega (ARISTÓFANES sobre todo) y algún diálogo de PLATÓN nos evidencian que el griego antiguo era madrugador: se levantaba normalmente al rayar el alba y hacía unos ligeros ejercicios gimnásticos. Después de lavarse con el agua del pozo que todo patio de casa acostumbraba a tener en el centro, tomaba un frugal desayuno  y a continuación se dirigía al ágora, donde hacia las nueve de la mañana (según nuestro cómputo horario, en griego la expresión era, precisamente, «hacia la hora en que se llena el ágora») empezaba a tratar asuntos profesionales, o bien a discutir sobre filosofía.

4.2. La alimentación.Ordinariamente, el griego antiguo era frugal; la base de su alimentación era algo de carne, pescado (fresco o en salazón), pan, fruta, frutos secos, aceitunas; conocían el queso y el requesón; importantes eran los higos y las pasas. Las bebidas eran el agua, el vino y la leche, aunque tenemos noticia de otras bebidas más complicadas.
Cuando la comida vespertina revestía cierta solemnidad, el llamado  tenía dos momentos claramente diversos. Primero se servía la comida: el entrante consistía en unas verduras, algún marisco y pescado fresco. Seguía el plato principal, a base de carne o pescado fresco.

4.3. Vestimenta.
En Grecia había dos maneras de vestir, la doria y la jonia, pero las piezas de ropa recibían el mismo nombre en las dos modalidades. Hombres y mujeres vestían la túnica  y sobre ella se ponían, especialmente en tiempo frío, un manto, distinto si se trataba de hombres o de mujeres; el masculino recibía el nombre de  el femenino. Existía otra prenda de vestir, la que era una capa corta, muy apta para los viajes.

5. La hospitalidad.
El sagrado deber de la hospitalidad hunde sus raíces en el mito. Según un relato mítico, Filemón y Baucis acogieron en su pobre cabaña a Zeus y a Hermes, peregrinos en Frigia, a quienes nadie quería dar cobijo. Maltratar a un forastero es un delito castigado por los dioses. Atenea y Zeus; protegen en toda Grecia al viajero. Hay que albergarle y darle de comer, invitándole incluso, el primer día, a la mesa familiar.
En la Grecia antigua, con el paso del tiempo y la progresiva intercomunicación de las ciudades entre sí, se hizo sentir la necesidad de regular, mediante alguna institución, este noble sentimiento. Así, en Atenas, se instituyó el cargo de hospedero público , que cuidaba de la permanencia de cualquier habitante del Ática o de otras ciudades en la capital ática, o, incluso, de la estancia en ella de ciudadanos de otras metrópolis.

6. La sepultura.
En Grecia se dieron en todas las épocas la cremación y la inhumación. El origen de estas prácticas se pierde en la noche de los tiempos. Como sea, los griegos creyeron siempre que, quemado o no, el cadáver debía ser inhumado, de lo contrario el muerto no podía descansar en la vida de ultratumba. Si, por no poder ser recuperado, el cadáver no se podía inhumar, se construía un cenotafio o sepulcro vacío. En los casos más normales de enterramiento, el cadáver se exponía durante un día, de cuerpo presente, con una moneda de un óbolo en la boca para pagar al barquero Caronte la travesía de la laguna Estigia.

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